Frente a un gobierno que no ha decidido aún medidas para paliar la crisis económica que se vive producto de su ineficiencia mostrada en 2019, agravada por la pandemia del Covid-19, los especialistas cierran los ojos y predicen una crisis larga y profunda para México.
¿Qué perderemos?, es muy difícil saber, lo cierto es que las predicciones varían en una baja que podría ir del 4.7 al 7 por ciento del Producto Interno Bruto, lo que se convertirá en desempleo, falta de alimentos, bajas inversiones, falta de circulante en la calle y obviamente, recesión, tan grave que nadie sabe con exactitud a qué niveles podría llegar cuando tenemos un gobierno que lejos de encontrar soluciones, le abona a los problemas y en medio de la crisis cancela en una votación, el proyecto industrial de Costellation Brands de Tijuana, lo que aumenta la incertidumbre en los inversionistas y la desconfianza en un gobierno que ha visto salir del país bonos por 321 mil millones de pesos.
Realmente la situación es totalmente alarmante, pues el presidente López Obrador ha cerrado los ojos a la crisis y aún en la mañanera del 31 de marzo, cuando los reporteros cuestionaban la situación económica del país producto de las predicciones por baja en el crecimiento de hasta siete puntos, un precio del petróleo que poco repunta, un peso en crisis que ha superado la barrera de los 25 pesos (al cierre de la edición estaba en 23:71), la ausencia total de un plan estratégico de atención a la crisis, de que México es el único país sin programas de apoyos fiscales a su sector productivo y la amenaza de que quien no cierre y pague salarios a sus trabajadores, sin correrlos, será sancionado; la respuesta del mandatario fue que todo era falso, él tenía otros datos que dicen que México es un país confiable a la inversión extranjera.
Los indicadores nos dicen lo contrario, las empresas calificadoras como S&P han bajado la calificación a México y no digan la de Pemex (la apuesta del sexenio), en lo que han coincidido Fitch, Citi Grup y Golman Sachs, para quienes la calificación del país tiene que ser producto de una pasividad desesperante de un gobierno que no ve lo que se le viene encima y en consecuencia, ofrece respuestas tardías y tibias que se convertirán, dicen, en una crisis larga y profunda.
De por si llegamos a la pandemia del coronavirus con un daño grave, un decrecimiento en la economía nacional del 0.1% que minimizó López Obrador, con un T-MEC en negociaciones y sin firmar y la incertidumbre que los inversionistas acusaban producto de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y tras eso, los efectos de la pandemia.
Cierre total de actividades productivas en el país, cierres parciales de fronteras, suspensión de vuelos, ocupaciones cero en el sector turístico y un pleito mundial entre Rusia y los países petroleros de la OPEP que provocaron una baja dramática en el precio del petróleo, a grado tal que está muy por debajo de su costo de producción, lo que se agrava con el Covid-19.
La economía mexicana sufrirá un golpe brutal, dicen, en donde al menos el 10% de los empleos formales se perderán, pero los daños al sector informal que son el 56% de nuestra fuerza laboral, tendrá afectaciones incalculables.
Y ningún apoyo a nuestro sector productivo que tendrá un impacto inimaginable. Considere que sólo 0.22% de las empresas en México tienen más de 250 trabajadores; .083% son medianas, con una planta laboral de 50 a 250 trabajadores; las pequeñas son apenas el 4% con menos de 50 y más de 10 y el resto, el 95% restante son micros con no más de 10 trabajadores, pero en cantidades son los que más empleados tienen y son quienes con la crisis, seguramente, desaparecerá. Los industriales han pedido al presidente los escuche y juntos diseñen un plan estratégico, pero no hay respuesta: Somos sus aliados, le dicen, no el enemigo.
México es una economía emergente permanentemente. Una economía débil que en manos de inexpertos se colapsa y si a eso le sumas una crisis mundial, simplemente no tiene futuro. Ya dieron muestra los dueños del dinero en la convención bancaria, a donde acudió el presidente a decirles que en nuestro país “hay condiciones inmejorables para crecer a pesar de las circunstancias”, mensaje que les pareció más gracioso que ocurrente al grado de que en tono festivo algunos aplaudieron.
Y es que el problema es que el Gobierno Mexicano no quiere aceptar el problema que viene y no tiene la capacidad de generar una respuesta proporcional a la crisis.