La sociedad pasa por una severa crisis. Lo peor de todo es que apenas comienza y como si este mal biológico no fuera suficiente, la violencia desatada no tiene control, crece pese al aislamiento de la sociedad, pero ocupando espacios que las autoridades han dejado libres y seguro el crimen organizado ha recurrido a nuevas formas delictivas para obtener los recursos que el #Covi19mx les ha cortado.
Las cifras de homicidios que corresponden a marzo, como mes completo y las que llevamos hasta abril, no son nada alentadoras. El pasado mes se rompieron todos los récords acumulados en un gobierno que no alcanza a entender su responsabilidad.
De acuerdo a las estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el pasado mes de marzo ha sido el más violento de los nuevos tiempos. Número pésimos se presentan en un mes en donde comenzamos el período de aislamiento producto de la pandemia, lo que de entrada pareciera un contrasentido, que entre más resguardados estamos, más gente muere víctima de la violencia.
Pero por sino fuera poco, marzo trajo consigo algunos intentos de saqueo promovidos por delincuentes que pudieran pasar por criminales organizados, lo que afortunadamente se frenó, pero también tuvimos una larga lista de protestas, prácticamente todos los sectores se se manifestaron por la crisis a la que están sometidos y como ingredientes extras, una enorme cantidad, también récord, de denuncias telefónicas de violencia doméstica.
Y para rematar, campañas de posicionamiento del crimen organizado a través del reparto de despensas, esto de parte del Cártel del Golfo, del CJNG, Los Viagra, El Mencho y los Zetas, mientras que en Guadalajara la hija de El Chapo Guzmán repartía cajas con la imagen de su padre, todo esto como una acción encaminada a marcar territorio en medio de una crisis global.
Violencia, crisis, inseguridad, desempleo, enfermedades y todo por el coronavirus, es un mal que si bien está lejos de ser controlado por el Estado, lo cierto es que ante su incapacidad de atender ordenadamente los problemas sociales, para lo cual se le contrató, ha dejado vacíos de poder que han llenado grupos delincuenciales, quienes siguen imponiendo el terror pese a una reducida movilidad nacional calculada en el 55% y que nos habla de que esto apenas comienza, pues al término de los aislamientos voluntarios y obligatorios, según donde vivan, la crisis económica estará asfixiando a los mexicanos, máxime cuando el gobierno, lejos de aprovechar todas las posibilidades de contrarrestar el daño, se dedica a evitar que la empresa busque sus propios soportes, la combate, la califica y la limita.
El problema en el fondo es que las fuerzas del orden parecen más ocupadas en cuestiones ajenas a sus labores de seguridad.
El Ejército Mexicanos que patrullaba las calles, se ha convertido en el mil usos del presidente, pues lo mismo construye aeropuertos que administra hospitales, mientras que el gran invento de la Guardia Nacional, que agrupa unos 80 mil elementos, está destinada a cosas ajenas a sus funciones de seguridad.
Una gran parte, 27 mil elementos dice Donald Trump, cuidan las fronteras con Estados Unidos y Guatemala, mientras otra parte (4,000), vigila las instalaciones médicas y sus almacenes y los que sobran, si sobran, viven como badajo en las comunidades que cuidan, en donde no son bien vistos, los agreden y los corren, no sólo grupos organizados para delinquir, sino la gente común y corriente les ha perdido el miedo, tanto que son capaces de arremeter contra ellos a golpes, impunemente.
Policías municipales y estatales que hace mucho tiempo dejaron de ser confiables y que ahora montan retenes de salud, para checarte la temperatura o para encerrar quien anda en la calle sin motivo justificado, es el panorama de la seguridad pública que amenaza con desbordarse.
Los homicidios llevan la delantera, incluso ahora, en abril, los números indican que vamos tras un nuevo récord de muertes, pues cuando en marzo alcanzamos niveles del 83.4 por cada 100 mil habitantes, este mes tenemos ya vamos en el 83.5 y no hay nada que nos diga que se pueden bajar esas cantidades.
Es urgente que la autoridad le ponga ya atención a este problema que hasta ahora ha tratado de combatir con frases chuscas (acúsalos con su mamá, guáchala o fuchi caca), incluso con llamados a portarse bien, considerando que repartir dinero a los jóvenes inhibirá el deseo de convertirse en delincuentes “por falta de oportunidades”, cuando todos los esquemas, aún cuando la mitad de los mexicanos está en su casa, han fallado rotundamente.